Prehistoria y Protohistoria
Paleolítico
En la comarca astigitana vivió una
población paleolítica de cazadores y recolectores. Los elementos
más arcaicos corresponderían a unas culturas iniciales de graveras,
caracterizadas por la presencia de complejos líticos de cantos tallados. Estas
culturas se enmarcarían en el pleistoceno medio, localizadas en las terrazas altas del Genil.
Con el pleistoceno superior el hábitat discurriría
preferentemente en las terrazas bajas, con industrias de cantos tallados evolucionados y piezas sobre lascas en cuarcitas y sílex.
Neolítico
En esta época hay una tendencia al sedentarismo poblacional. En la comarca de Écija surge el
poblado al aire libre, rudimentario y sin trazos de urbanismo, debido a la
geología nocárstica.
Otro aspecto característico es la
invención de la cerámica llamada a la almagra, dotada de un
tratamiento llamativo de un color rojo intenso bruñido, proporcionado por el óxido de hierro y la
acción oxidante de la cocción de los vasos.
Se excavan 'tholoi subterráneos o cuevas artificiales para el enterramiento colectivo. Estas
cuevas artificiales se disponen como una semiesfera con un corredor de entrada
orientado hacia el Sureste, excavadas en la greda,
donde se acumulan los muertos con sus respectivos ajuares funerarios, o también adoptan la modalidad del pozo
piriforme o silo.
En la comarca de Écija se han localizado
innumerables silos de esta tipología, aunque falta por saber si estos silos
corresponden a enterramientos colectivos o a silos o almacenes de grano
calcolíticos, o pertenecen a otras culturas posteriores.
Sobre el vaso campaniforme,
uno de los primeros ejemplares españoles procede de Écija. Fue hallado en 1888 y depositado en el Museo Arqueológico de
Sevilla. Las puntas de flecha tipo Palmela, del contexto
campaniforme, se han hallado también en Écija. Todo parece indicar una conexión
cultural con la región portuguesa de la desembocadura del Tajo a través de Extremadura y Sierra Morena.
Edad del Bronce
La calcolitización había sido general y
profunda, lo que adquirió tal peso específico que difícilmente se desarraigó
sustituida por el bronce. Solamente había pequeñas intrusiones metalúrgicas
nuevas, como la de la plata, el nuevo tipo de puñal o espada de remaches en la
empuñadura, aparte del enterramiento individual.
La población se asienta sobre el Siglo IX a. C. en la zona conocida hoy como Cerro del
Alcázar o de San Gil (“El Picadero”), siendo más o menos fortificada, junto al
curso del río Genil.
Es una zona muy apta para la agricultura, disponiendo de casas de planta oval o
circular, diseminadas por el poblado.
Posiblemente a partir de la segunda mitad
del Siglo VIII a. C. y durante todo el Siglo VII a. C. se opera un fuerte
crecimiento demográfico.
En el bronce final, en los
enterramientos se va imponiendo el rito de la cremación. A estos enterramientos sirvieron las losas o estelas grabadas halladas en Écija.
Edad Antigua y Edad Media
Época Romana
Hacia el 14 a. C., en época de Augusto, se fundó junto al poblado turdetano la Colonia Augusta Firma para resolver los últimos problemas de la desmovilización, tanto de los
soldados que procedían de las grandes guerras como los que quedaban en España de la guerra del norte. Fue adscrita a la tribu romana Papiria, cuando lo normal era que las fundaciones augústeas
hispanas lo fueran a la tribuGaleria.
Fue cabeza del convento jurídico astigitano,
uno de los cuatro de la provincia romana de la Bética, en el que se integraban las ciudades de Tucci (Martos), Iptuci (Prado del Rey), Ucubi (Espejo), Antikaria (Antequera), Urso (Osuna)
y otras de más difícil localización. Su designación debió ser relativamente
temprana, probablemente bajo Claudio.
La superficie alcanzaba las 66 Ha.
aproximadamente; no siendo todas asignables a la fundación, sino que más bien
hasta el Siglo III, la ciudad debió ir creciendo a la vez que transformándose.
Los caminos principales eran la Vía Augusta que unia Astigi hacia el este conCorduba y hacia el oeste con Hispalis, pasando por Obúlcula y Carmo.
Otro era el camino terrestre paralelo al Genil que hacia el norte comunicaba con Emerita a través de Celti y Regina y hacia el sur con Urso principalmente. Aparte, también debían de
salir otras vías de menor importancia.
Joya Tartessica. Museo Histórico Municipal, Écija.
A su importancia estratégica sobre la Vía Augusta y junto al cauce del Genil o Singilis, antiguamente navegable hasta la ciudad, se unía la
preeminencia de Astigi en el sistema de producción y exportación a larga distancia del aceite de oliva por todo el Imperio romano.
Sobre la decada de los sesenta Astigi dispone de un colosal Foro que adquiere fama en toda la región, así como las lujosas termas debidas al prefecto Longino de la Tribu Papiria, y el grandioso anfiteatro construído al final de una de las
principales vías, el decumanus maximus, al lado derecho de la calzada militar o Vía Augusta que venía de Hispalis. También estaba muy avanzada la obra del primer
puente de piedra que se construía sobre el Singilis, en sustitución del viejo hecho con tablones.
La ciudad poseía un doble recinto
amurallado, rojo en su exterior y blanco en la parte interior. Entre ambas
murallas un relleno alcanzaba hasta las almenas.
San Pablo, a su paso por Écija crea la Diócesis ecijana, siendo
la primera capital de la Bética con sede episcopal.
Sala Arte romano, Museo Histórico Municipal. Écija.
Época visigoda
En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la iglesia católica, entonces
conocida como Astigi,
sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla que comprendía la antigua provincia romana de Bética en la diócesis de Hispania. Fulgencio de Cartagena fue obispo de Écija, y como tal asistió al II Concilio
Hispalense celebrado en el año 610.
Sarcófago Paleo cristiano. Iglesia de Santa Cruz, Écija.
Época Árabe
Esta época comprende desde el año 711 que se produce la entrada en la ciudad de
las primeras tropas árabes al mando de Táriq ibn Ziyad hasta el 1240 momento en que la zona pasa a depender de
la Corona de Castilla.
Tras la Batalla de Guadalete, hubo
otra resistencia de partidarios del rey visigodo Rodrigo en Écija, por el cual tuvieron un
enfrentamiento en los que hoy es conocido como la fuente de los
cristianos. La ciudad se tomo por la fuerza de las armas y su conquista supuso un
paso decisivo en el dominio árabe del sur de la Península Ibérica.
El nombre romano de Astigi, aparece en los primeros textos del emirato y el Califato Omeya como Istichcha que en ocasiones presenta la variante Isichcha, para pasar a Asichcha.
Écija constituía la capital de una Cora. La Cora de Écija perduró desde la organización estatal de Al-Ándalus, en el Siglo VIII hasta comienzos del Siglo XI. Hay distintas versiones sobre la extensión de la Cora de Écija,
ya que algunos autores indican que era "relativamente poco extensa",
cosa que no se ajusta con exactitud a los datos que pueden obtenerse de las
fuentes árabes. La Cora de Écija se encontraba dividida en cinco aqälïm.
A lo largo de toda la historia árabe de la
zona, se resalta la importancia de la capital de la Cora como núcleo de comunicaciones, destacando la que unía Córdoba y Sevilla por el trazado de la
antigua Vía Augusta. Esta calzada condicionó en cierto modo la
historia de la Écija árabe.
Restos de Muralla, C/ Merinos. Écija.
Las líneas generales de su urbanismo eran
herederas directas de la Astigi imperial, aunque hay sectores en los que no coinciden. En la actualidad
pueden detectarse huellas del urbanismo árabe. El trazado de su muralla
islámica aparece delimitado en el callejero ecijano de nuestros días con torres albarranas a la manera de las fortificaciones almohades. Dentro de recinto se disponían de cuatro puertas
hacia el exterior:
El 1 de enero del 913 entra en la ciudad Badr, hayib del futuro califa Abd al-Rhaman al-Násir, destruyendo el puente junto a las
murallas de la ciudad. Casi noventa años después la calzada y el puente serán
reconstruidos por Almanzor. Hasta el final de la época árabe se debió conservar
el aspecto del puente como una obra sólida de sillería.
A la caída de la dinastía omeya en Córdoba,
paso a depender de los Banu Abbád sevillanos, de los que continuarían
dependiendo hasta el final del fecundo e interesante Siglo XIandaluz. Con la entrada de los almorávides en el país en 1091, Écija seguirá bajo el gobierno de Sevilla, a cuya historia se verá íntimamente ligada hasta el
final de la etapa árabe, cuando en el 1240 pasa a formar parte de los territorios de la Corona de Castilla.
Uno de los edificios significativos de la
Écija árabe, como en cualquier ciudad del espacio árabe-islámico medieval, era
el de su mezquita aljama. A pesar de la entidad de la población no se
han conservado mención alguna de otros lugares de culto musulmán. La mezquita está identificada con la iglesia de Santa
Cruz, dato que concuerda con la existencia en los alrededores de un
mercado, testimoniado a su vez en la denominación de la puerta más septentrional del flanco Norte del recinto: Báb al-Suwayqa. Debió consagrarse como mezquita aljama muy al comienzo de la
ocupación árabe. Es un templo de cinco naves, sustentadas sobre columnas dentro de una construcción en piedra.
Inscripciones Arabes, Torre de Santa Cruz, Ecija.
Dentro de la estructura administrativa
existían los siguientes cargos. Al frente de la cora se encontraba el ámil o gobernador. Otro cargo de importancia es el Qádi o juez de la cora. Otro puesto señalado
en aquel tiempo era el de sáhib al-salá o director de la oración en la mezquita aljama, aunque en ocasiones se adjudicó al Qádi de la cora
Como en el resto de Al-Ándalus, la población mayoritaria procedía de un núcleo
preislámico, hispano-visigodo, al que se unió una minoría árabe originaria de Oriente y el Norte de África. En tiempos del Califato omeya de Córdoba podemos hablar de varias colectividades: mozárabes, árabes, bereberes y judíos. Écija contó con un nutrido colectivo mozárabe, de hecho existía una iglesia al lado de la mezquita aljama musulmana.
Sobre el Siglo XII Écija disponía de importantes mercados
rodeada de un cerco verde de jardines, explotaciones agrícolas de regadío y
arboledas.
Época cristiana
La conquista castellana fue realizada por Fernando III en 1240. En ella, se somete a Écija a una
ventajosa capitulación que garantizaba a sus habitantes musulmanes salvar no sólo sus vidas y propiedades,
sino conservar su propio estatuto jurídico, su religión, sistema fiscal y las
autoridades tradicionales. Este hecho fue simbolizado por la entrega de la torre de la Calahorra. Estas capitulaciones estuvieron en vigor hasta, aproximadamente, 1262 ó 1263.
Desde ese momento hasta su completa
integración, Écija gozó de paz y tranquilidad, rotas tan solo en 1255 cuando se produjo el enfrentamiento entre Alfonso X y su hermano, el infante don Enrique.
Parece que los partidarios del infante rebelde lograron hacerse con el control
de Écija, antes de ser derrotados en los campos de Lebrija.
Ocupada la ciudad, Alfonso X comenzó a instalar en ella a pobladores cristianos. El repartimiento fue realizado por una comisión de partidores nombrados por el rey. Para
dichorepartimiento se hicieron las siguientes operaciones:
1. División de la villa en
cuatro distritos parroquiales, correspondientes cada uno de ellos a las diversas
parroquias constituidas inicialmente en Écija. Se trazó una cruz imaginaria,
cuyos puntos extremos serian las iglesias de Santa Cruz (cabecera), San Juan (brazo izquierdo), Santa María (brazo derecho) y Santa Bárbara (pie). En términos generales estos distritos urbanos se corresponden con los
cuadrantes que resultan del cruce de los dos ejes viarios principales de la
Écija romana.
2. Reparto de casas e
inmuebles dejados por la población mudéjar a los pobladores, teniendo en cuenta, como
era norma, la condición socio-militar de cada poblador.
3. Divisón del término
"en manera de cruz" y señalamiento dentro del mismo de dos sectores
bien diferenciados: el ruedo de la villa, donde se concentrarían las huertas, los cultivos más especializados y algunas tierras de
sembradura y dehesas;
y una orla exterior, donde los partidores ubicaron las famosas 32 aldeas.
La fertilidad de la comarca y su nueva
posición fronteriza con el reino de Granada hicieron posible un notable
desarrollo económico y social.
En septiembre de 1275 se libró una batalla en las cercanías del municipio de Écija, cuyo resultado fue la completa
derrota de las tropas del reino de Castilla, que fueron
vencidas por losbenimerines. El comandante
del ejército cristiano, Nuño González de
Lara "el Bueno", señor de la Casa de Lara y Adelantado mayor
de la frontera de Andalucía, perdió la vida en la batalla, y su
cabeza fue enviada en señal de triunfo al rey Muhammad II de Granada,
aliado de los benimerines. Los supervivientes del ejército cristiano buscaron
refugio en el municipio de Écija.
El municipio de Écija pertenceció a la
reina María de Molina, esposa de Sancho IV el Bravo y madre de Fernando IV el Emplazado,
aunque la soberana se vió obligada a cederla al infante Enrique de
Castilla "el Senador" y, a la muerte de éste
último, pasó de nuevo a ser de la reina.
A finales del Siglo XIV, a partir de 1391, Ferrán Martínez, arcediano de Écija, movió con sus discursos una gran
persecución contra los judíos por todo el Reino de Castilla, lo cual provocó muchas muertes y masivas
conversiones del Pueblo judío.
Edad Moderna
En el Siglo XVII había gran cantidad de conventos, cada uno con sus distintas órdenes: Nuestra Señora
del Valle (jerónimos), San Pablo(dominicos), San Antonio (franciscanos observantes),
La Anunciación de Nuestra Señora (capuchinos), Santa Ana (terceros de San Francisco),
Madre de Dios (agustinos), Nuestra Señora del Carmen (carmelitas calzados), Nuestra Señora de la Concepción (carmelitas descalzos),
Nuestra Señora de las Mercedes (mercedarios calzados), La Concepción de Nuestra Señora (mercedarios descalzos), La Victoria (mínimos de San Francisco de Paula),
San Fulgencio (jesuitas), Las Marroquíes (clarisas), Santa Inés del
Valle (franciscanas observantes), Santa Florentina (dominicas), Espíritu Santo (dominicas), Los Remedios (carmelitas calzadas), Las Teresas (carmelitas descalzas) y La Encarnacion (mercedarias descalzas).
Su desarrollo económico se refleja en la
gran cantidad de construcciones religiosas y civiles comprendidas entre los
siglos XII y XVIII. El siglo XVIII es considerado el "siglo de Oro
ecijano", debido a su riqueza económica y artística. En 1755 las torres de
la ciudad fueron dañadas por los efectos del terremoto de Lisboa.
Écija esta considerada como la
"ciudad más barroca de Andalucía", gracias a los principalmente al
anteriormente destacado "siglo de oro", de hecho fue tal la
influencia de este arte en las construcciones de la época, que se llegó a crear
el llamado "barroco ecijano", del cual existen evidentes muestras en
edificios eclesiásticos y de la alta burguesía.
Edad Contemporánea
Durante la guerra de la Independencia, las
iglesias de Écija sufrieron los saqueos del ejército francés.
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